El hotel El Llorenç Parc de la Mar, es un hotel de lujo, situado frente al mar, muy cerca de la Catedral de Palma.
Con poco mas de 30 habitaciones, la apuesta por la gastronomía, de la mano del conocido chef mallorquín Santi Taura, es clara.
Vamos a centrarnos en nuestra visita para la cena en el Rooftop. Lo primero que sorprende al llegar, es que es mucho más pequeño que la impresión que causan las fotografías. En dos alturas, la piscina infinity con vistas a la bahía y la zona de hamacas ocupan la primera de las azoteas, un espacio coqueto y bonita foto sin persona alguna, pero que creemos podría resultar escaso con el hotel a plena capacidad.
Desde la piscina y subiendo unas pocas escaleras, se encuentra la zona destinada a la restauración, con dos partes en otras dos alturas; una al llegar, donde una barra divide al restaurante con unas 8 mesas y una más que sencilla decoración y sin ninguna vista, de otra pequeña zona con sofás y algún peldaño mas arriba, se encuentra una íntima terraza, con 3 mesas bajas, estas sí, con una situación y vistas privilegiadas.
Aunque habíamos reservado en el restaurante, tuvimos la fortuna de que un de las tres mesas con vistas, estuviera libre y nos sentamos en ella, inicialmente para tomar un aperitivo, pero estábamos tan a gusto, que continuamos allí nuestra cena.
La carta para esas tres mesas, y suponemos que para la zona de piscina, es más reducida, tipo snacks (se pueden considerar las ostras un snack?). Finalmente hicimos un mix entre esta carta y la del restaurante un poco más seria y pedimos unas gambas rojas con un rico sabor a brasa y buena cocción, una tortilla de patata y cebolla sabrosa y un calamar “sucio”, muy del estilo del incomparable de Casa Manolo en Ses Salines.
Un rosado pálido de la isla, Rosé de Felanitx, excelente, al más puro estilo de los Cotê de Provenze fue el vino elegido.
Tenemos que decir que cenamos bien. La calidad y elaboración, sin pegas. La mano de Taura, a
quien conocíamos de Dins en su antigua ubicación, se nota y el resultado es bueno. Sentados además donde estábamos, una luna roja de las que parecen encargadas, una temperatura ideal y el mar en nuestra mirada, conformaban un escenario favorable. El entusiasta, amable y agradable personal también parecía que se sumaría a una noche gastronómicamente buena, pero… empezaron los, no diría fallos (aunque Ana sí) sino falta de formación, indicaciones y criterios que un restaurante de Taura en un hotel como este, no pueden dejar de tener.
Empezando por tres platos calientes traídos a la mesa a la vez, tener que solicitar que cambien los platos llenos de cáscaras de gambas, las servilletas, no recoger un trozo evidente de tortilla en el suelo…
Queremos insistir que los chicos fueron agradables, amables y dispuestos. El fallo no está en ellos sino en quien, en este caso, no los dirige.
Pese a ello, la cena fue correcta. Veremos que nos depara Dins, del que tenemos referencia clara con un recuerdo excelente.
Entretanto, esperamos que se resuelvan las carencias del Rooftop.
