Italia tiene muchos tópicos que se desmantelan cuando viajas al país transalpino. Las mejores sastrerías no están en Milán sino en Nápoles, ciudad que ostenta la titularidad de la pizza, que no es un plato italiano, sino napolitano (haremos una publicación del probablemente plato más conocido del mundo), el escalope milanesa no existe porque la carne hecha muy fina, empanada y con el hueso es la Costoletta (costilla), la salsa boloñesa no existe, sí en cambio el ragú, un estofado de carne que acompaña a la pasta blanca y del que en Italia se dice que hay una receta de la nonna (abuela) en cada casa.
Hemos comentado asociaciones erróneas con la capital de la región de Lombardía. Pero ¿qué caracteriza a esta ciudad? ¿Cual es el rasgo, monumento, alimento, que la identifica? Muchos habrán pensado en el Duomo o las galerías Vittorio Emanuele. Y por supuesto! Pero también hay algo que forma parte de la vida diaria del milanés, que está intrínsecamente ligado a sus ciudadanos, el aperitivo.
Debemos olvidarnos del aperitivo español, no tiene absolutamente nada que ver. Para
empezar, se toma por la tarde, entre las 7 y las 10 de la noche y la primera vez que lo ves habiendo entrado por casualidad en algún local en el que lo están sirviendo, no sabes como actuar. Tus pensamientos pasan desde que se trata de una fiesta privada hasta haber entrado en un bufé libre… la realidad es que los milaneses, están tomando su aperitivo. La inmensa mayoría de bares y restaurantes lo ofrecen a diario y es, tras terminar la jornada de trabajo (es mucho más habitual los días laborables) cuando se reúnen para tomar esta especie de merienda/cena.
Por el precio de la primera consumición (esto es muy variable: normalmente entre los 7 y 15 euros por persona, aunque hay ofertas mucho más caras) se tiene opción a coger tanta comida como se desee de los platos expuestos: pastas, carnes, ensaladas, sopas y cremas, pescado y por supuesto, dulce! Es conveniente llegar temprano, ya que los lugares más populares se llenan rápidamente.
En estos últimos años, parecía que en Madrid se estaba tratando de establecer, pero se ha quedado simplemente en un intento. La capital de España (sus emprendedores) parece estar ojo avizor para tratar de importar negocios que funcionan en otras grandes capitales europeas. El afterwork fue otro de esos intentos que se quedó por el camino. Parece que nos calan mas
las costumbres anglosajonas con un gran componente comercial, aunque por lejanía y carácter no deberían: Halloween, Black Friday… ¿Celebraremos en breve el thanksgiving day (día de acción de gracias) comiendo pavo relleno acompañado de mermelada de arándanos? Yo, no apostaría en contra (aunque no lo sepamos ni pronunciar…).
Volviendo al tema, aunque está extendido por toda la capital lombarda, existen zonas con mucha tradición y gran número de establecimientos que lo ofrecen. En Brera, uno de los barrios de alto nivel de la ciudad, destacaríamos por local genuino, comida y ambiente, N’Ombra di Vino.
Y cuando llega el buen tiempo, son las calles con canales de I Navigli, las que se llenan de terrazas abarrotadas de gente tomando el aperitivo vespertino. Sí, aunque Milán no tiene mar ni río navegable, mentes brillantes del pasado (datan del siglo XII) hicieron que se construyera una red de canales más o menos transitables con barco.
Dos lugares mas de los que no deberíamos perdernos su aperitivo: Radetzky en Porta Garibaldi, con estupendo ambiente y comida y, para quien no quiera moverse del centro, en la misma Piazza del Duomo, Aperol… que mejor sitio para tomar la bebida más clásica del aperitivo milanés, el Spritz (Aperol, vino espumoso y soda)
Por último, unas pistas por si decidís visitar Milán:
– El hotel The Gray, magnífcamente situado en una tranquila calle en los aledaños del Duomo; – 10 Corso Como, repleta de negocios a la última; – La Briciola, para una cena divertida y buena.
Un fin de semana con buen tiempo, es perfecto para disfrutar de esta ciudad llena de vida, como un milanés más.
