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Sevilla bien vale unas tapas.

Sevilla. Semana Santa. Año 2020.
Calles vacías. Bares cerrados. Sin terrazas.
Ni siquiera huele a azahar…

Tarataremos de hacer un ejercicio complicado: olvidarnos de cómo está y pensar en cómo va a estar! Dentro de poco tiempo, la alegría que fluye por Sevilla con más caudal que el Guadalquivir, volverá a sentirse, los bares y restaurantes llenarán  con sus terrazas las calles y los naranjos en flor, inundarán la ciudad con uno de los olores mas embriagadores que existen, dando a la ciudad ese ambiente tan especial que hace de Sevilla uno de los destinos preferidos de muchos viajeros nacionales y extranjeros.

Y, por supuesto, allí estaremos para comer en alguna terraza de la trianera calle Betis, contemplando la Torre del Oro en la otra orilla del rio y recorrer al anochecer las estrechas calles del barrio  de Santa Cruz, de bar en bar, de barra en barra y de tapa en tapa.

Hablar de Sevilla trae siempre a nuestros recuerdos al doctor Julián Conejo-Mir, a quien desde aquí hacemos simbólico receptor del agradecimiento de todo un país, al conjunto de personas que desde los hospitales de toda España, anteponen nuestra salud a la suya.

Médico del cuerpo y del alma, nuestro apreciado doctor, nos ha recomendado además, alguno de los sitios que vamos a mencionar.

En Los Remedios (aunque tiene algún otro local en otras zonas), y excelente para comenzar con el aperitivo, está Mariscos Emilio. Una genuina cervecería sevillana en la que, una vez acodados en la barra, empieza el espectáculo. Las imprescindibles cañas de Cruzcampo tiradas como mandan los cánones, mientras nuestras gambas blancas de Huelva nos miran desde la plancha (al dar cuenta de ellas, ganas nos dieron de cantarles una saeta), ensaladilla de las de verdad (también la hay con gamba, excelente), pescados fritos de todo tipo (cazón en adobo, boquerones, puntillitas…), mariscos y para finalizar, algún montadito entre los cuales el de “pringá” merece altar aparte. Se llama pringá, de «pringar», por la forma tradicional de comerla. Está hecha con los ingredientes cárnicos del puchero o del cocido andaluz, es decir, la carne —magro, falda, pollo, etcétera—, morcilla, chorizo y tocino, que, una vez cocinados junto al resto del guiso, se desmenuzan y pringan con trozos de pan para tomarlos como segundo plato, o bien se trituran para untarlos en pan o montadito.

Y hablando de pringá, no podemos olvidarnos de la Bodeguita Romero, con una barra “a reventar” que merece la pena.

Como también la merece, y cuanto, sentarse llegada la noche en una de las mesitas de la terraza de Casa Román, en pleno barrio de Santa Cruz, para tomar un jamón de primera en un entorno tan mágico como único.

Cerca del Arco del Postigo, encontramos Inchausti-La Moneda, donde fríen el pescado con garantía: puntillitas, pijotas, acedías… Estupendos langostinos de San Lucar y una curiosidad, la Sopa de Galeras, con pan y los cuerpos de estos crustáceos. Cenar en una de las mesas altas de la terraza contemplando el arco, no tiene precio!

A pocos metros, Bodeguita Casablanca, en la Avenida frente al Archivo de Indias. Kiki sigue recomendando con acierto productos de buena calidad. Siempre lleno por oferta y ubicación, nos facilita el trabajo pudiendo pedir desde la calle a través de una ventana abierta al exterior.

Dando un pequeño y agradable paseo, muy cerca del Jesús del Gran Poder, el Eslava, dónde es frecuente una triple fila en la barra para probar sus famosas costillas a la miel, así como otras tapas que no desmerecen!


Y cerca de la Catedral y a tiro de piedra de su Torre más emblemática, un clásico: Bodega Santa Cruz, donde siguen apuntando la comanda con tiza en la barra, los clientes se agolpan en los barriles de fuera y un trasiego de tapas y cañas circula entre extranjeros, sevillanos y clientes del resto de España. Si algún día ET va a Sevilla, le encontraremos aquí!

Y para terminar la noche, aunque esté repleto de turistas (no lo olvidemos: nosotros también lo somos…), tomar una copa en la terraza del Hotel Eme, a escasos metros de la Catedral, aunque se haya visto muchas veces, “quita el sentío”.

Ojalá podamos volver muy pronto!

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