Una buena época para visitarla con una luz especial.
. Todos tenemos un destino preferido, ese lugar donde nos perderíamos para evadirnos de nuestros problemas, de nuestras presiones diarias; donde volvemos, sin importar las veces que hayamos estado y descubrimos, cada vez, más motivos para viajar allí de nuevo.
Nosotros, tenemos muy claro el nuestro: Toscana.
Queríamos escribir sobre Italia. Estamos, desgraciadamente esta vez, siguiendo evoluciones paralelas de las consecuencias del maldito virus que nos acompaña desde hace semanas, pero en cuanto sea posible, planificaremos viaje hasta allí como segunda escapada. La primera será al Mediterráneo, a nuestro mar, y digo nuestro aunque seamos asturiano y pucelana, porque adoramos esas maravillosas aguas !!! Somos eminentemente mediterráneos! 17 veranos en Baleares nos avalan. Y Okelani, el precioso velero de nuestros amigos Cristina y Juan, con quienes tenemos el privilegio de compartir desde hace ya 10 años, unos maravillosos días de navegación estival que supone uno de los momentos del año que esperamos con mas voracidad!
Momento ideal para pasar unos días en la Toscana? Nosotros hemos estado en todas las épocas, pero desde luego, la primavera con el renacer de los colores y el otoño ocre, son las más recomendables.
Invierno, si uno va mentalizado, supone una época perfecta para conocerla con poca gente y precios más asequibles. Es cierto que los días son más cortos, pero la claridad de un día despejado de invierno, le confiere una luz especial!
En próximas publicaciones, hablaremos de hoteles, restaurantes, rutas más concretas… pero hoy, queremos daros una aproximación general a esta maravillosa región (Italia tiene 20 regiones y 110 provincias).
Toscana tiene dos partes muy obvias, la costa y el interior.
La costa más conocida es la Etrusca, partiendo de Livorno (puerto muy cercano a Pisa y el más cercano a Florencia si queremos llegar a ella por mar), 150 kilómetros hacia el sur nos llevan hasta Elba por la ruta del vino y del aceite.
Hacia el norte de Livorno, Viareggio es la entrada a un tramo de costa por el que dirigirnos a Cinque Terre y que tiene su punto álgido en Forte dei Marmi, al que dedicaremos un artículo por si solo (baste como pista, decir que en un pequeño pueblo de poco más de 7.000 habitantes, se concentran tiendas de la mayoría de marcas de lujo de moda en sus calles…).
De Livorno hacia Florencia, parada obligada es Lucca y sobre todo Montecatini Terme, que conserva ese sabor de villa de veraneo interior con baños, a la que también dedicaremos una publicación específica.
Al igual que lo haremos con Florencia y su/nuestro síndrome de Stendhal.
Dirigiéndonos hacia el sur desde Florencia, la imprescindible Siena, San Gimignano y sus torres medievales, Arezzo, y pueblos eminentemente vinícolas en colinas, como Montalcino o Montepulciano, para entrar en Val d’Orcia con sus caminos de acceso a las villas flanqueados de cipreses, cual soldados presentando armas.
Y llegamos a otra de las grandes joyas toscanas: Pienza, una maravillosa ciudad medieval de apenas 2.000 habitantes, que bien vale una sosegada visita.
Si esto lo aderezamos con maravillosas Aziende Agricole (equivalente a nuestros hoteles rurales) donde dormir (un buen número de ellas, en bodegas), restaurantes encantadores donde la prisa no es bien recibida y paradas, muchas paradas, para que cada uno encuentre, como el título de la película, Un Rincón en La Toscana.
