Tortilla francesa.
No, su origen no está en Francia sino en España, más concretamente en Cádiz.
Corrían los primeros años del siglo XIX.
Durante el asedio francés a Cádiz, empezaron a escasear alimentos fundamentales como las verduras, hortalizas, y tubérculos como la patata. Otros alimentos, como los huevos, estaban garantizados gracias a la costumbre de criar alguna gallina en las casas que proporcionaba su autoabastecimiento.
Ante esta situación, comenzaron entonces a elaborarse tortillas simples, con el huevo como ingrediente exclusivo, y aunque en aquel momento no se conocían como tortilla francesa, con el paso del tiempo y de vuelta a la normalidad, empezaron a referirse a ellas inicialmente como las tortillas “de cuando los franceses”, de ahí y para diferenciarlas de la típica Tortilla Española (con patata) paso a denominarse Tortilla Francesa.
Historia del chocolate.
No fue hasta mediados del siglo XVI cuando llegaron a España las primeras habas de cacao, hecho atribuido a Hernán Cortés. Inmediatamente tuvieron una gran aceptación entre la nobleza.
En los siguientes dos siglos, el consumo de chocolate empieza a expandirse por el resto de Europa. En el siglo XVII, estaba muy de moda la degustación del chocolate mezclada con vino, cerveza o leche, aunque en aquellos días, los altos impuestos sobre las importaciones hacían que fuera un lujo que sólo los más adinerados podían pagar.
No es hasta el siglo XVIII cuando holandeses e ingleses mezclan el chocolate con leche y azúcar.
Napoleón llevaba chocolate consigo durante sus campañas militares y lo comía cada vez que necesitaba incrementar su energía.
Fueron los ingleses, en el siglo XIX, quienes consumieron por primera vez chocolate sólido.
En 1875, Henri Nestlé, fabricante de alimentos para bebés y que producía leche evaporada, se unió con el fabricante de chocolate Daniel Peter para inventar el chocolate con leche. Hasta entonces sólo había barras de chocolate semi amargo.
En 1923 se presenta la primera chocolatina por Frank Mars.
El primer cacao en polvo es fabricado por Van Hauten en 1928.
El suizo Rudolf Lindt en 1940, mezcla la manteca de cacao con la pasta de cacao obteniendo el chocolate más dulce que se conocía.
En España en 2021 consumimos 3,8 Kg. por persona y año, muy por debajo de los 9 Kg. de la media Europea.
¿La ensaladilla rusa, es rusa?
En muchos países, la ensaladilla se apellida Olivier en vez de «rusa».
Su creador fue Lucien Olivier (1838-1883), un cocinero belga de origen francés, que se hizo muy famoso en Moscú, en su restaurante El Hermitage, fundamentalmente entre la aristocracia y los grandes intelectuales. Este lugar fue frecuentado por Turguéniev, Dostoievski o Pushkin, e incluso alguno como Tchaikovsky en 1877 celebrarían allí su boda.
Entre la lista de los grandes éxitos de Olivier destacó una ensalada, originalmente llamada ‘mayonesa de caza’ y que pasó después a conocerse únicamente con el nombre de su creador, Salat Olivye, que parecía un bodegón barroco. La receta nunca fue desvelada por su autor, pero entre testimonios de clientes y un par de fórmulas aproximadas publicadas a finales del XIX, podemos pensar que tenía carne de urogallo o perdiz, áspic, cangrejos y posiblemente también caviar, lengua de ternera y trufa, además de lechuga, pepinillos, patatas cocidas y aceitunas. Todo iba aliñado con una salsa cuyo secreto se llevó Olivier a la tumba y que fue imitada a base de mayonesa con aceite de oliva, vinagre de estragón, mostaza y salsa Mogul.
Un pinche del Hermitage llamado Ivan Ivanov, trató de imitar la receta espiando al maestro y se la llevó a un restaurante de la competencia. Allí bautizó la ensalada como Stolichny Salat o ensalada de la capital, pero los clientes decían que no sabía igual.
Pese a esta historia, cuando Olivier tenía tan sólo 8 añitos, ya aparece publicada una receta de Russian salad (ensalada rusa) en un recetario inglés, con unos ingredientes muy similares.
Su composición y elaboración fue cambiando quedando recogida también en 1856 en un recetario francés muy conocido, La cuisine classique de Urbain Dubois.
Este recetario seguramente llegó a manos de los cocineros españoles de la época, y en 1858, antes de que Olivier abriera su restaurante en Moscú, la ensalada rusa ya figuraba en los menús propuestos en un recetario español y se comía en las cuchipandas vallisoletanas.
Poco a poco la receta fue eliminando ingredientes, la palabra ensaladilla fue admitida por la RAE y ha llegado hasta nuestros días.
Tenemos la suerte de vivir en Málaga, provincia en la que se venera este plato y donde es difícil encontrar un restaurante o bar que no incluya una en su carta. Poniendo cada uno su toque personal, creemos que aquí no hay ensaladilla mala… cada una, con una misma base y mínimas variaciones que aportan la personalidad, todo es una cuestión de gustos!!!
A quien le importa si es rusa o no!