El verdadero lujo, vuelve modificando sus normas para nuevamente ofrecer la exclusividad que la globalización y los ciudadanos de países emergentes le habían arrebatado.
El significado de la palabra lujo, cuya fuerza radicaba básicamente en impedir su acceso a el a la mayoría de la sociedad, estaba destinado a salvaguardar la exclusividad que hoy cada día es más accesible, y esta realidad ha provocado que sus normas cambien.
Hoy el verdadero lujo es el lujo silencioso, acompañado del casi desprecio por los logos, al haberse convertido estos en una exhibición, obscena a veces, de un gasto absolutamente desmesurado. Si el nuevo rico adquiere un reloj por una suma importante, este ha de mostrarlo. Tiene que serlo y además, parecerlo!
Sin embargo, los millonarios de siempre pagan miles de euros por un bolso de gran calidad, que únicamente sus iguales y los expertos en tendencias sabrán valorar, porque la exclusividad la da precisamente, el que sean solo los entendidos los que puedan apreciar la diferencia.
Durante el último siglo, las tecnologías y la globalización han hecho que la clase media tenga mayor acceso a bienes que antaño eran reservados a las clases pudientes, por lo que estos productos resultan menos atractivos para demostrar el poderío económico. Ahora, esta alta clase cuando consume alguna de las grandes marcas de lujo, apuesta por colecciones privadas o productos de edición limitada, como el bolso Birkin de Hermès de más de 20.000 € (una conocida casa de subastas, ha llegado a vender un modelo Himalaya Birkin de Hermès por 340.000 €…)… por otro lado, una nueva oportunidad de negocio, y muy rentable, para estas firmas.
Empresas como Yellow & Stone, Bottega Venetta, Channel, Hermès, Max Mara y M2Malletier, son algunas de las favoritas de los, y sobre todo las, amantes del lujo silencioso.
Ejemplos hay en el pasado; durante la crisis de 2008, marcas como The Row y Cèline, producen productos de gran calidad, sin logotipo externos, que permitieron a los no afectados por la crisis evitar una innecesaria ostentación.
Viajar en un Emirates 777 First Class, acudir a gimnasios cuyas cuotas mensuales superan los mil euros, hablar de la nueva clase fitness que han descubierto, con un smoothie (batido) verde en la mano repleto de kale (col verde rizada), quizás sea una nueva forma de estatus y de pertenecer a él sin resultar ostentoso.
Y obviamente, el lujo silencioso también se ha instalado en la hostelería y hotelería. Por supuesto que siguen existiendo las grandes damas hoteleras, con botones uniformados, conserjes a comisión de los restaurantes que recomiendan, habitaciones llamadas clásicas que en algunos casos son simplemente viejas…
Pero un nuevo concepto de hotel ha aparecido desde hace ya un tiempo en el mercado. Se trata de establecimientos pequeños (no suelen tener más de 30 habitaciones), donde la comodidad y buen gusto prima sobre el oropel, el servicio es cercano y amable a la vez que impecable y la cocina es un valor añadido importante. Ejemplos, ya os hemos dado en este blog:
https://unrinconenelmundo.com/hotel-finca-cortesin-casares/
https://unrinconenelmundo.com/hotel-fontsanta-mallorca/
Hoteles en muchos casos más caros que los grandes conocidos, pero en el que quién te ve, es igual que tú. No vas a ver ni a que te vean, vas a descansar si estás de vacaciones en un hotel de costa, a trabajar o de turismo, pero no a demostrar estatus económico por alojarme en el Ritz, Four Seasons, Mandarín oriental…Y, por último, reflejar que también pasa en los restaurantes. A todos nos vienen a la cabeza, restaurantes muy conocidos, donde la mayoría de los clientes van a ver a una minoría y para ello les sientan en las peores mesas, el nivel gastronómico no es nada especial, pero…
Vamos a comentar el caso de uno de estos últimos que, en nuestra opinión, llega a extremos que nunca hubiéramos imaginado. Se trata, con nombre y apellidos, del restaurante Flanigan, en Puerto Portals, Mallorca. El paradigma de ver y ser visto en la isla balear durante el verano, con dificultades para reservar y en el que si se desea una mesa de primera línea , que de a los barcos amarrados en el puerto, hay que abonar 15 euros por comensal. Habéis leído bien, si. Dos turnos de servicio, precios muy altos, comida buena (si hay suerte) o desastrosa (si no la hay) y lleno durante todo el verano. Este si es un claro ejemplo del lujo ruidoso!