“Vamos a tomar el vermú”. Los domingos alrededor de la una de la tarde, se oía en casa la voz de mi padre arengando a la tropa a prepararse para tan magno momento.
Yo era muy pequeño, no más de 6 años, probablemente. Nos preparábamos (mi madre nos preparaba) rápidamente y nos dirigíamos al clásico de Oviedo para estos menesteres, La Paloma, en su primigenia ubicación. Allí nos esperaban mis padrinos (hoy, padrino y madrina…) y se procedía al ritual del vermú para los mayores, y Manzajú (zumo de manzana) para mi. Todos acompañábamos nuestra bebida con la clásica gamba a la gabardina y unos calamares fritos.
Muchos años después, esta tradición sigue existiendo en Oviedo. Ana y yo hemos vivido durante años casi encima de la actual ubicación de La Paloma, que se sigue poniendo a rebosar los fines de semana y que sigue vendiendo vermú solera (se denomina así al que permanece en barrica y es servido desde la misma) aunque hoy se habla más de vermú de grifo.
La palabra viene del alemán wermut, que significa ajenjo o absenta. La bebida típica del aperitivo, consiste en vino macerado en hierbas, ajenjo (o absenta, una planta medicinal) y otras sustancias amargas. El blanco tiene origen francés y el rojo, italiano. Tiene una graduación alcohólica del 15%, por lo que es más fuerte que un vino tradicional.
Ana y yo, si estamos en casa, disfrutamos del que para nosotros ya es casi un rito de fin de semana, preparando un Izaguirre, Noilly Prat o Lacuesta (nuestros favoritos), en copa tradicional de cóctel Martini, con un trocito de naranja y una aceituna y lo acompañamos de unas gildas con cebollitas encurtidas y patatas fritas con mejillones (aunque siendo sinceros, siempre aparece algo más…)
En esto, también España va a contracorriente del resto de Europa: mientras aquí la hora del vermú es antes de comer, en el resto de países de nuestro continente, es antes de la cena. Hay varias teorías que tratan sobre esto, pero la que más nos gusta, explica también nuestros tardíos horarios de comida.
La pobreza y necesidad en tiempos de postguerra hizo que muchas personas tuvieran que buscar más de un trabajo, lo que modificó radicalmente los horarios habituales de los españoles, la comida se desplazó en torno a las dos de la tarde, y al mismo tiempo, la cena quedó relegada a una merienda o aperitivo al finalizar la larga jornada de trabajo, habitualmente ya bien entrada la tarde o incluso la noche.
Para la mayoría de los tradicionalistas y etnólogos españoles, el origen del aperitivo estaría en los años 50, durante la dictadura, momento en el que aparecería en España la primera “clase media”, familias con buenos trabajos que podían permitirse pequeños lujos, uno de los cuales era sentarse en una terraza los domingos después de misa para tomar un aperitivo antes de ir a comer, de ahi también la hora de este momento.
Durante los años 80 y 90, el vermú fue perdiendo presencia en detrimento de la caña, pero en los últimos tiempos, esta tomando fuerza de nuevo y se están elaborando en España en buen número , apareciendo cartas exclusivas de esta bebida, base también de muchos cócteles.
Muy a nuestro pesar, tenemos que dejaros aquí, ya que no nos gusta que el hielo agüe nuestro vermú…
Disfrutad de vuestro fin de semana!
Un comentario
Bonito escrito para mi, ya que todos los domingos, después de misa, no dirigimos a los tres bares que tenemos en Navelgas, para tomar el vermú, con unos aperitivos comestibles.
Deseo un hermoso fin de semana para lso dos.
Un fuerte abrazo.
RamóNello Alvarez