Esta vez, Sandro Silva y su mujer Marta Seco nos dan una pista con el nombre de su nuevo restaurante. Áurea significa “de oro o de propiedades similares”. Y es que en oro convierten cada nuevo restaurante del Grupo Paraguas.
Fernando Martín, cocinero y propietario del mítico restaurante Trascorrales en Oviedo y mentor de Sandro, estaría muy orgulloso del éxito de su pupilo. Alejado de la lucha por soles o estrellas (no las necesita para nada…), parece en posesión de la piedra filosofal, leyenda que desde la edad media cuenta que los alquimistas buscan ansiosamente la pócima que haga que cualquier metal se convierta en oro.
Pues Sandro la tiene en cuanto a restaurantes se refiere!
Desde la apertura de El paraguas en la calle Jorge Juan de Madrid hasta el, de momento, última incorporación, Áurea, todos sus proyectos se cuentan por llenos diarios.
Actualmente el grupo, que factura cerca de 50 millones de euros y da empleo a más de 500 trabajadores, está formado por, además, El paraguas, Ten con Ten, Ultramarinos Quintín (en honor a la tienda que regentaba en Oviedo el abuelo de Marta), Amazónico (Madrid, Mónaco, Londres y Dubái), Jungle Jazz Club, Numa Pompilio, La destilería, Aarde y Origen.
Hace poco más de un mes, se inauguró en Madrid The Library, un novedoso concepto que aúna boutique, un wine bar gastronómico y un club privado.
Parece que el futuro inmediato pasa por la apertura de Amazónico en Miami y Riad, la reciente compra del palacete Fortuny y, posiblemente un hotel en Gran Vía. Hay quien de más?
Dejando a un lado la multimillonaria venta del 40% del grupo (se habla de 70 millones de euros), lo que está claro es que el mundo de la gastronomía madrileña no se puede entender sin ellos.
Conocemos todos sus restaurantes en Madrid, por lo que cuando nuestros amigos Cristina y Juan nos propusieron cenar en Aura en nuestra última visita a la capital, aceptamos encantados.
El restaurante ocupa las antiguas instalaciones de Aspen, de Miguel Arias (propietario de Flanigans en Mallorca y en su día, del que se comentaba era el favorito de su amigo, el rey emérito, Las cuatro Estaciones).
La primera sorpresa fue encontrarnos con el restaurante completamente lleno, incluida la terraza donde los clientes desafiaban al frío con las consabidos calefactores, un lunes de finales de Octubre por la noche.
La segunda sorpresa fue la cantidad de personal trabajando en el restaurante. En un momento determinado, llegamos a contar 14 camareros solamente en el interior, a los que habría que sumar los de terraza, cocina…
A partir de ese momento ya no hubo sorpresas.
El local ha sido reformado con una bonita y confortable estética similar a otros restaurantes del grupo.
La comida, correcta, aunque sinceramente esperábamos algo más, a nivel de algún otro restaurantes similar bajo su paraguas, y el precio, bastante alto para el producto y elaboración de los platos.
Quedamos sorprendidos realmente con la bodega… la elección del vino resulta complicado si buscas un precio por debajo de 50 euros.
La sensación era la de estar ante una wine list de algún restaurante de Londres, con precios de coste triplicados en el mejor de los casos. Pero la carta ahí está, con los precios publicados y si quieres lo pides y si no, pues no! Es lo que hay.
En definitiva, homogeneidad en el estilo, procedimiento y cultura empresarial!
Para ver y ser visto, ideal. Para una buena cena, hoy en la misma zona existen alternativas mejores, aunque les daremos su tiempo.