Hvar (pronúnciese Juar) es conocida como la Saint Tropez del Adriático y es probablemente la isla más hermosa de las casi dos mil que tiene Croacia.
Se llega a ella en barco, privado en algunos casos y en transbordador desde Split o Trogit el resto de los mortales.
Una de las primeras preguntas que hace el recién llegado, es sobre la ubicación de Carpe Diem, uno de los beach club de día y discoteca de noche más famosos del Adriático. No es difícil encontrarse con algún miembro de la realeza, magnate de éxito o cualquier pasajero de alguno de los impresionantes yates que se encuentran fondeados en alguna cala cercana.
Montes de pinos, olivos y viñas y campos de lavanda, configuran un paisaje que hace de esta isla una de las más bellas de Europa.
Con apenas 11.000 habitantes repartidos en unos veinte pueblos, en verano se convierte en refugio de la jet set mundial y de quienes aspiran a codearse con ellos.
Pueblos como Stari Grad (la antigua capital), Vrboska (conocido como La pequeña Venecia) o Jelsa (bodegas y viñedos dan vida a su paisaje) son alguno de los lugares interesantes.
Pero es en Hvar, la miniciudad que da nombre a la isla, donde se concentran tanto la mayoría de isleños como de visitantes. Los pequeños restaurantes y sus terrazas de su puerto (aunque salpicados por toda la isla), dan un sofisticado y sosegado ambiente a Hvar.
Tanto si vais en barco como si no, no dejaría de alojarme en el Hotel Little Green Bay, la quintaesencia del lujo. Quince habitaciones y un bistró en un paraje de ensueño, conforman este increíble lugar.
Absolutamente recomendable!