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Las cuatro y diez.

Eran las cuatro y diez.
Éramos novios con planes de futuro perfectos para otros.
Nunca nos dijimos que teníamos la certeza de que no funcionaría pese a las evidentes señales.
Pero seguían siendo las cuatro y diez, sacamos unos dados. Salieron seises y nos casamos.
Años de lejanía solitaria envuelta en pan de oro. Pero ya no salieron seises nunca mas.
A mi me interesaba ella. A ella también.
Perdimos los dados, pero ya no hacían falta.
Ella se quedó con la casa. Yo recupere lo que no quería ser y mis malos recuerdos.
De palabra nos deseábamos falsamente lo mejor cuando ocurrió el choque frontal en el salón. Eso si, sin daños a terceros.
No la volví a ver.
Perdimos el tiempo pero sigue siendo la misma hora….

2017

A

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