Cada vez quedan menos mesas de billar donde el click del choque de las bolas se convertía en bandera de salida al siguiente trago de cerveza.
No conocías la mayoría de las veces a tu contrincante, pero el vínculo era especial, entre el humo de los cigarrillos entreveías a un alma gemela que nada tenía que ver contigo.
Había revanchas sencillas, mera excusa para otra cerveza. Había público involucrado, profeta, con menos aciertos que los videntes de madrugada.
Y no había prisa. Ni nadie publicaba sus carámbolas para que amigos en tu misma soledad apretaran por simbiosis un pulgar hacia arriba, como César dándonos una oportunidad mas ante los leones.
Ahora pintan bastos. Y lo peor es que nadie tiene triunfos….

The Brando. Polinesia Francesa.
“Yo no viajo por llegar. Viajo por ir.”
Eduardo Galeano