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El Hotel Península abrió sus puertas en 1928, convirtiéndose a partir de ese momento en residencia habitual de potentados, famosos, nobleza…
Historia y glamur llenan el hotel a partes iguales, y sus huéspedes pasean por su gran lobby, se hospedan en suites de más de 100 metros cuadrados, comen en selectos restaurantes y en sus comedores privados, y disfrutan, a escasos metros, de uno de los mejores ambientes nocturnos de ocio, donde el lujo está presente en cada rincón.
El desarrollo de esta ciudad también se ha escrito en este lujoso hotel. El 25 de diciembre de 1941, al final de la llamada «batalla de Hong Kong», tras la que la isla sería tomada por las fuerzas imperiales japonesas, el gobernador inglés sir Mark Aitchison se entregó y fue detenido en una de las suites del Península. Allí fue confinado hasta que fue trasladado a una prisión en Shanghái.
Desde ese momento el hotel pasó a denominarse «Hotel Toa» y sus suites y habitaciones estaban reservadas para los oficiales y dignatarios de alto rango japoneses, hasta que al finalizar la guerra, la colonia volvió a manos inglesas y sir Mark Aitchison fue liberado de su prisión y repuesto en su cargo de gobernador de Hong Kong.
El vestíbulo del Hotel Península era y es uno de los más famosos de Hong Kong y el lugar ideal para ver y ser vistos. Hasta la década de los 50 el lujoso hall estaba dividido en dos «alas», una para los británicos y la otra para el cliente local.
En 1994 el hotel fue restaurado y se amplió con una torre central de 30 pisos, conservando el estilo arquitectónico original. Esta nueva edificación, albergaría nuevas habitaciones, pisos para oficinas, espacios donde se establecerían tiendas de las marcas más exclusivas, nuevos restaurantes y, por si esto no fuera suficiente, un helipuerto en su azotea.
El hotel también se distingue por su flota de coches de la firma Rolls-Royce, pintados de un color verde, conocido como «verde península», que el hotel pone a disposición de sus clientes para transfers al y del aeropuerto y otros servicios. Los Phantom (así se llama el modelo), están fabricados a medida para el hotel, con un maletero más grande y elementos personalizados como taloneras, caja de toallas con el nombre del hotel, además del color específico.
El Península de Hong Kong tiene el récord de poseer la mayor flota de vehículos de esta firma,
incluyendo un Rolls-Royce Phantom II, del año 1934 inmaculadamente restaurado.
Cuando te van a recoger al aeropuerto, resulta inevitable sentirse el centro de todas las miradas…
De nuestra primera visita al hotel, allá por el año 2003, tenemos una serie de recuerdos imborrables.
El primero, la entrada perfectamente orquestada a nuestra suite en el penúltimo piso de la torre. Tras una visión general de una estancia elegante y perfecta, el empleado encargado de acompañarnos abrió lentamente, cual espectáculo perfectamente ensayado y como si de un telón se tratara, las enormes cortinas tras las que se escondía un grandioso ventanal desde el suelo hasta el techo, que dejaba a tus pies la fascinante isla de Hong Kong. Sin darnos cuenta nos encontramos solos en la habitación y con la noche cayendo, y dos preciosos y cómodos butacones situados frente aquellos rascacielos que empezaban a iluminarse, caimos rendidos. Allí permanecimos, un largo rato, extasiados mientras observábamos aquel fascinante paisaje de luces y rascacielos, envueltos en un musical silencio.
El segundo recuerdo es el de la cena en su moderno restaurante Felix, del que podéis encontrar nuestra experiencia en este mismo blog y por lo que no vamos a repetirnos… Merece sin duda alguna la pena!
El tercero, tuvo lugar en el vestíbulo del hotel, cuando Ana y yo nos dirigimos a nuestros respectivos baños tras tomar un aperitivo antes de cenar. Al salir, solo con nuestras miradas supimos que algo especial nos había sucedido a ambos: cuando íbamos a lavarnos las manos un señor/señora se situó sutilmente a nuestro lado, nos enjabonó delicadamente con sus manos las nuestras, hizo desaparecer los restos bajo el agua y nos secó con el mismo cuidado extremo… ninguno de los dos, fue capaz de decir nada más que gracias!. Con una reverencia, volvieron a desaparecer…
Así de sutil y maravilloso es el lujo asiático!
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