No han pasado tantos años desde que los restaurantes de los hoteles, se nutrían básicamente de sus huéspedes. El solomillo Wellington o el suflé eran las estrellas de la cocina internacional que se ofrecía.
Poco a poco, cocineros de cierto renombre se atrevieron a parecerse a sus colegas europeos y comenzaron a hacer incursiones, tímidamente al principio, en estos establecimientos, ofreciendo sus habilidades gastronómicas. Uno de los pioneros fue La Broche, en el hotel Miguel Ángel de Madrid, que de la mano de Sergi Arola llegó a alcanzar dos estrellas Michelin.
Esta nueva opción gastronómica es casi coincidente en el tiempo, con el encumbramiento de los cocineros (fue en esta época cuando se transformaron en Chefs) a la categoría de estrellas del rock. De esto, también fue uno de los primeros Arola. Como ejemplo ilustrativo, una experiencia propia. Estábamos cenando Ana y yo en su casa (si, también comenzaron a llamar así a sus restaurantes entonces…) y una pareja sentada en la mesa de al lado, pidió que le pasaran más el pescado. El camarero se dirigió a la cocina volviendo casi inmediatamente, para explicarles que el chef Arola, había dicho que ese era su restaurante y esa su receta y que no pasaría más el pescado.
Llegó a asesorar a ocho restaurantes en siete países además de dirigir otros seis en España, cuatro de los cuales estaban en Madrid y eran de su propiedad
Hoy y tras participar en programas como Máster Chef Chile ó Parrilleros Space: Los fuegos se encienden, vive y regenta un restaurante en ese país y un segundo en Mexico.
Volviendo a la actualidad, los restaurantes instalados en los mejores hoteles son una de las opciones más atractivas tanto para los inversores, como para los hoteles y los clientes.
El triestrellado Jesús Sanchez (El Cenador de Amós, Cantabria), abrió las puertas de Amós en el hotel Rosewood Villamagna a finales de 2021.
Nos centrarnos hoy en una iniciativa que no podemos por menos que aplaudir: nuestro vermut de toda la vida reinventado y acompañado por exquisitos bocados que, con un postre, constituyen una estupenda comida.
Se sirve en una pequeña terraza del hotel, a la que también se puede llegar directamente desde la calle y tiene un sistema de ventiladores que nos permitió comer de forma confortable, pese a las altas temperaturas madrileñas, en pleno mes de Julio.
La cadencia del servicio fue perfecta como corresponde a un hotel 5GL y el precio del menú, 35 € por persona, más que adecuado.
Una magnífica alternativa para disfrutar del momento aperitivo y además comer de forma distinta en Madrid.
Os dejamos con algunas fotos que ilustran lo que os contamos.