Si hiciéramos una encuesta sobre el origen del croissant, la inmensa mayoría se inclinaría por un origen francés.
Pero la realidad es, que fueron los vieneses quienes lo crearon como bollo de panadería, en 1683 y el motivo no fue otro que la celebración de la victoria de los austriacos sobre los turcos.
Este bollo, representa la media luna (como también se le conoce), de la bandera otomana y al consumirlo, se significaba haber vencido al enemigo.
Su otro nombre, proviene de la Santa Cruz de los victoriosos cristianos.
Posteriormente, fueron los franceses quienes incorporan la masa hojaldrada con levadura y mantequilla. Hoy existen tantas variedades, que conseguir uno con la sencilla, pero deliciosa receta tradicional, resulta complicado.
Pocas cosas hay con dos nombres que reflejen de manera tan clara, el simbolismo con que fueron creados.