Hablaba hace unos días por teléfono con Ivan (junto con Álvaro, ideólogos, almas mater y pater, y responsables del grupo Arzábal) recordando cuando nos conocimos. Confiando en su memoria mas joven, y se supone fresca, que la nuestra, visitamos por primera vez su casa, allá por los primeros meses de 2010.
La Taberna Arzabal primigenia, abrió sus fogones en mayo de 2009 en un pequeño pero acogedor local, en la calle Doctor Castelo 2 de Madrid. Aires de taberna se respiraban por los cuatro costados del coqueto y, casi desde el inicio , repleto local.
Sus primeros pasos ya se dirigían, probablemente en forma de sueños, a lo que hoy es el grupo gastronómico de estos dos amigos y socios.
Tabernas había muchas en Madrid y en esa zona, algunas haciendo cosas muy interesantes. Poco a poco se estaba convirtiendo en un punto de referencia diferente y divertido para salir a cenar o picar algo en la noche madrileña.
Ya vivíamos en Oviedo, pero raro era el mes en el que no íbamos, al menos una vez, a Madrid, y mucho más extraño
era, no visitar Arzabal en esas estancias en la capital. Pronto entablamos una excelente relación con los artífices de este proyecto, y nunca salíamos de ese local ni con hambre ni sin haber tenido una charla con Álvaro y/o Ivan. El vino, sus nuevos platos, qué se cocía en Madrid, o los vídeos con los primeros pasos de la hija de Ivan, ocupaban nuestro tiempo de tertulia.
Tres eran las razones por las que siempre recalábamos allí: Se comía muy bien, nos encontrábamos como en casa y el trato que nos dispensaban… a quién no le gusta que le mimen! De aquella época, recordamos la burrata con tomate, unas excelentes alcachofas fritas, patatas a la importancia con cigalitas, steak tartar, una estupenda ensaladilla y, cómo no, el gran recipiente de madera que circulaba por las mesas y que tardamos un rato (en realidad, hasta que llegó a la nuestra…) en percatarnos que era mantequilla salada que hacía la veces de aperitivo.
Otra de las novedades aportadas por Arzábal en ese primer establecimiento , era la extensa variedad de vinos por copa, con variedades no solo españolas, sino también francesas, italianas, portuguesas… Era difícil encontrar en Madrid esa apuesta por el vino más allá del trinomio rioja/ribera/rueda que, incluso a día de hoy, impera en Madrid (bueno, en casi toda España). Nos ofrecían el vino con criterio y con un “y si no hay nada que os guste, abrimos otro o un champancito para Ana”.
Aparecíamos a la hora de comer normalmente sin avisar y recién llegados de viaje, pero siempre con una sonrisa, nos hacían un hueco en la barra (cómo nos gustan las barras, por dios!). Éramos más formales y hacíamos reserva cuando ìbamos a cenar, por que casi siempre íbamos un grupo de amigos y ubicarnos en ese local pequeño y lleno, hubiera sido tarea imposible.
El tiempo pasaba y Arzabal se iba consolidando como una de las apuestas gastronómicas mas interesantes de la capital. La apertura del local de Menéndez Pelayo (aunque era mucho mas grande, consiguieron ese punto de sentirse cómodo, de local acogedor), al que seguimos yendo con mucha frecuencia, supuso el despegue definitivo. Ana y yo, por distintas razones, pasamos una época con muchas menos visitas a Madrid y por lo tanto a la Taberna. Una de esas pocas veces, quisimos ir y estaba cerrado. Cenábamos con nuestros amigos Mónica y Fernando, que no lo conocían. Llamamos a Ivan, y se encargó de organizarnos todo en Arzábal Reina Sofía. Cuál fue nuestra sorpresa, cuando apareció por nuestra mesa a darnos un abrazo… Dejar a tu familia y a las 10 de la noche en uno de tus escasísimos días de descanso, no tiene precio.
Además del ubicado en el Museo, fueron apareciendo otras ofertas que poco a poco, sin prisa pero sin ninguna pausa, conforman lo que hoy es el Grupo Arzabal:
– Arzábal Menendez Pelayo.
– Arzábal Museo Reina Sofía.
– Arzábal Mercado de San Miguel.
– Kirikata. Cocina japonesa, ahora también a domicilio y para llevar.
Ante la reclusión en la que todavía estamos medio inmersos y el cierre de los restaurantes, la reacción empresarial del grupo fue casi inmediata con “Arzábal en casa”, acercando los platos de la carta al domicilio del cliente.
Pero lo verdaderamente encomiable, más aún porque ellos no la van pregonando a los cuatro vientos, es la solidaridad con la que afrontaron la pandemia. Ivan me comentó que dada la situación, se preguntaron ¿qué sabemos hacer que sirva de ayuda? Pues cocinar! Y a ello se pusieron de la mano de mi paisano José Andrés y de su proyecto solidario internacional World Central Kitchen.
Ivan y Álvaro, pusieron su cocina central (que da cobertura a todos sus restaurantes) a disposición de la organización del cocinero afincado en Estados Unidos y el 27 de marzo ya estaban repartiendo comidas a quienes el terrible virus afectaba con su segunda consecuencia: familias que, habiendo perdido todos sus ingresos, se encontraron con la imposibilidad material de alimentarse.
Muchos de sus trabajadores se ofrecieron como voluntarios llegando a elaborar cada día mil comidas para los más necesitados. Los cocineros Diego Guerrero de DSTAgE, Pepa del Quenco de Pepa y Carla Hoyos, cocinera de uno de los restaurantes de José Andrés en Miami, también participaron en el proyecto.
Así que, si ya era un placer conocerles desde hace 10 años, ahora es un auténtico privilegio.
Gracias por vuestra solidaridad, extensivas a todos los que, de una forma u otra, tratan de subsanar a base de esfuerzo personal, alguna de las terribles consecuencias de esta maldita pandemia.
Ojalá sea pronto, solo un mal recuerdo…
Y nos vemos pronto! En Arzabal
www.arzabal.com
