Estás en cada amanecer sublime,
en cada atardecer que se resiste a terminar con colores imposibles.
Eres cada rayo de luz que ilumina mi camino, con mas vida que los de África.
África se ha arrodillado ante ti para vestirte de arena, de olor a vida y amor, para mirarte a los ojos desde cada animal, del más pequeño e insignificante pajarillo a los imponentes elefantes mientras te mostraban a sus crías. Porque con ellos has establecido un cruce de admiración mutua, de creaciones perfectas del dios de la armonía, y os habéis reconocido. Te ha reconocido el leopardo que te indicó donde estaba porque quería verte. Sus crías que jugaban tranquilas casi a tus pies, sabedoras de que las protegías. Las miradas entre tristes y poderosas de los elefantes a tu lado. Del pajarito que posaba para tu foto… África se ha visto en ti, y ha admirado tu poder: el poder de la bondad y del amor
Porque África te ha hecho más bella, si. Pero desde hoy, África tiene un nuevo color que ofrecer a los visitantes: el de tus ojos.
África te quiere. Yo te venero. Este viaje nos acompañará siempre.
Y yo, no dejaré de, orgulloso, mirar como te miran, escuchar como te escuchan (aunque sea un dulce, equivocado y sencillo “excuse me”) y sentir como me envidian.
Hasta África respira hoy envidia porque vuelves conmigo, amor.
Capetown, 2 días despues de mi cumpleaños de 2019