Fue en el año 2002 cuando vinimos a pasar nuestras primeras vacaciones a Baleares, a Ibiza concretamente y a uno de los mejores hoteles en aquel momento, Hacienda Na Xamena.
Al año siguiente, la estancia fue de una semana en junio en el decadente hotel Formentor de Mallorca. Decadente, es sencillamente un eufemismo refinado para no decir directamente que necesitaba en aquel momento un urgente lavado de cara ( bueno, y de nariz, oidos… ).
Son unos cuantos los hoteles en España que, amparándose en un privilegiado emplazamiento, “pasan” olímpicamente de invertir dinero en mejoras, pero si cobran precios desorbitados por lo que tienen que no es poco, un lugar idílico, con vistas que quitan el aire y playas espectaculares.
Pero más allá del anecdotario pasado, la realidad es que fue en 2005 cuando ya hicimos de estas islas privilegiadas nuestro lugar de descanso estival.
Desde este blog, iremos contando lo referente a este verano, las sorpresas, los reencuentros, las decepciones (esperemos que sean muy pocas)…
Estamos en un periodo distinto, casi irreal, en el que la pandemia está condicionando totalmente nuestras decisiones. Por eso, sopesamos muy mucho qué hacer antes de decidirnos, pero optamos por hacer lo de siempre! Dar un paso adelante, eso sí, con las debidas precauciones, nos parece una forma de colaborar en el proceso de normalización.
Este año empezó con cambios. Decidimos venir a Baleares en ferry. Salimos a las 7 de la tarde de Oviedo. Parada en Tordesillas con cena en el popular restaurante El Torreón, un valor seguro… que con el aperitivo sirvan patatas chips caseras, dice mucho!
Chorizo ibérico a la brasa y chuletitas de lechal, bien churruscaditas como le gustan a Ana, acompañado todo ello por uno de nuestros vinos favoritos, San Roman, en este caso 2016, espléndido.
Para seguir con establecimientos hoteleros decadentes, hicimos noche en el Parador de Tordesillas, del que al día siguiente salimos con dirección a Valencia. Parada de avituallamiento en un clásico de los viajes Madrid-Levante, El Vasco, en el que un poquito de ensaladilla y torreznos fueron gasolina suficiente para llegar a nuestro destino.
El horario planificado se cumplió a rajatabla y llegamos con tiempo para visitar a nuestros amigos de Casa Guillermo (sobre ellos hay una entrada en este blog). Es siempre un placer personal y gastronómico. Amparo, nos recibió tan cariñosamente como su madre y rápidamente nos preparó una rica ensalada de tomate, un carpaccio de bacalao ideal para el calor que hacía, unas croquetas de chipirones cremosas y, cómo no, unas anchoas marca de la casa: Valencia compitiendo con el norte, por las mejores anchoas probadas (esperemos que no lea y deje un comentario, el presidente cántabro… se nos acabaría el espacio para el blog de este verano!). Gracias una vez más, amigos. Vuestra cocina y talla personal van a la par. Volveremos pronto!
El horario del ferry, hizo que llegáramos al hotel Gran Meliá de Mar, en Illetas, muy temprano. Lo conocíamos del año pasado y, pese a ser un hotel grande, lejos inicialmente de nuestros gustos, su privilegiada situación, que sea Adults Only, instalaciones puestas al día, buena gastronomía y excelente servicios, nos hizo decidirnos y volver tras la última buena experiencia.
Eran las 7:30 de la mañana, pero nos tenían lista la habitación, lo que nos permitió disfrutar, tras el desayuno, de un primer día de vacaciones largo y relajado.
La comida, quedó en un ligero aperitivo en la piscina.
Decidimos cenar en el hotel, y probar Arrels, de la chef Marga Coll. No somos demasiado fans de los menús degustación, pero este nos sorprendió. Comida sencilla pero muy bien tratada y sabrosa. Lo peor? los errores de principiantes en el desarrollo de la cena. Y esto no es bueno nunca, pero menos en un lugar que pretende ser un restaurante de nivel. El excesivo calor, también fue una pega, pero fuimos nosotros quienes escogimos la terraza…
Los restaurantes de hotel avalados por un afamado nombre, que no suelen contar con su presencia, frecuentemente adolecen del control necesario.
Platos con producto de mercado bien resueltos y un chardonnay de Miquel Gelabert pusieron colofón a un esperado primer día de vacaciones!
Continuará…