Visitar Cádiz es siempre apetecible. Hacerlo en primavera, aconsejable. Y no sólo por la bonanza del clima, suave, agradable, con poco viento, de esa época del año, sino porque gastronómicamente nos permite disfrutar de una de las mayores delicias de nuestro país: el atún de la almadraba. Atunes capturados con esta técnica milenaria, en su mejor momento de grasa debido a la excelente alimentación con la que llegan a las costas gaditanas, de sus migraciones transoceánicas.
Pero no todo el monte es orégano, y el gato por liebre abunda de forma desmesurada. Pescar atunes con almadraba que pudieran abastecer a los restaurantes que lo ofertan por todo el territorio nacional, no sería posible ni instalando el laberinto de redes que la forman a lo largo de toda nuestra costa (suponiendo que los atunes viajaran por toda nuestra costa, claro). Por eso, los seleccionados restaurantes en los que se garantiza el producto, son un auténtico privilegio. Como lo es El Timón de Roche.
En 1991, la familia Ruiz, cuyo patriarca es el legendario portero internacional del Sevilla, Súper Paco, fundó en este enclave natural maravilloso un sencillo chiringuito, convertido hoy en un espacio con tres plantas y distintos ambientes: chill out a pie de playa, el propio restaurante y una zona para tomar una copa mientras se despide el día.
Las vistas son maravillosas, relajantes. En una de nuestras visitas, pudimos ver una de las puestas de sol más impactantes que recordamos (las fotografías que ilustran este post, corresponden a ese día). En Sudáfrica, nos llamaron “sundowners”, literalmente “bajadores del sol”, que es el apelativo que dan, a quienes como nosotros, buscan grabar en su retina, este milagro que a diario nos regala la naturaleza: la puesta de sol. Y la de ese día de septiembre, está en un lugar preferente de nuestra memoria.
El atún, se trata en El Timón con el mimo que requiere y en distintas preparaciones: ensalada, tartar, hamburguesa, a la plancha, tataki; y de diversas partes del despiece, de la que mi favorita sin ningún género de dudas, es el morrillo. Lo solemos acompañar con un sencillo Barbadillo de la zona.
Las recomendaciones y sugerencias del atento servicio, muy a tener en cuenta.
La comida o cena, terminan con el sabor del atún todavía presente y unos sorbos de vino con los ojos perdidos en el mar.
Y no hay más que hablar. Ni que beber. Ni que comer… Que pase el tiempo lentamente, por favor!
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2 comentarios
Gracias por la recomendación! este verano iremos a conocerlo ;D
y me quedo con lo de «sundowners» porque somos también disfrutones de las puestas de sol…
Gracias Olga! Acertaréis yendo! Id con tiempo porque merece la pena tomar algo viendo la puesta de sol y cenar después. Como buenos sundowners, la atención tiene que ser total! Ya nos contaréis