Muchos pensamos que la naturaleza supera con creces a cualquier obra humana por muy grandiosa que esta sea. Lo construido juega con la ventaja (salvo intervenciones de bárbaros sin cerebro ni corazón) de su permanencia en el tiempo. La naturaleza, en cambio, es espontánea, nunca es igual. Y eso la convierte en sorprendente.
Hay algo más bello, que el doble espectáculo diario que nos regala el sol en el amanecer y al ponerse? Siempre es distinto y fiel a su cita diaria. O algo tan espectacular como un desierto bebiéndose un río?
Os dejamos un ramillete de belleza con aroma de sensibilidad que los dioses nos han permitido disfrutar en directo . Cuidemos lo más preciado que tenemos!
Atardecer en Santa Mónica. California.
Amanecer en el desierto del Gorafe. Granada. España.
Costa de Málaga. Desde un helicóptero.
Lago di Garda. Italia.
Alpes franceses. Desde el cielo.
Cataratas Victoria. Zimbabue.
Manada de leones en su hora de siesta. Botsuana.
Delta del Okavango. El río que no llega al mar. El desierto del Kalahari, literalmente se lo bebe.
Atardecer en el Rincón de la Victoria. Málaga.
Desierto de Namib, Namibia. Desde un globo aerostático.