Este texto, así como la canción a la que precede, son el fruto de los sentimientos de un cantor, Facundo Cabral, incapaz de recordar lo que había improvisado y que una pareja asistente al concierto en el que dijo estos versos, habían grabado para deleite de nuestros corazones.
Hoy, no sé la razón, me he despertado con estas palabras y su melodía fijados en mi mente y su insistencia ha hecho que decida publicarlo, algo que he pensado muchas veces en hacer y que hoy ha encontrado su momento.
Con todo mi cariño, recomiendo no seguir adelante con su lectura si no hay rastro de inocencia de niño, el mejor observador espontáneo de la irrealidad.
Me gustan los que se callan
Y me gustan los que cantan
Y de tanto andar conmigo
Me gusta lo que me pasa
Me pasan cosas como esta
Aunque no tenga importancia andar contándole a todos todas las cosas que pasan
Porque uno no vive solo
Y lo que a uno le pasa le está sucediendo al mundo
Única razón, y causa
Pues todito es tan perfecto, porque perfecto es Dios
Que se mueve alguna estrella cuando arranco una flor
Por eso si hay uno, hay dos
Supe del diablo la noche al que al hambriento dije no
También esa noche supe que el diablo es hijo de Dios
Ando solo por la vida con un tono y dominante
Modestamente cantor sin pretención de enseñar
Porque si el mundo de redondo, no sé que es ir adelante
Andar y andar, siempre andando nada más que por andar
No vine a explicar al mundo
Solo lo vine a tocar
No quiero juzgar al hombre, al hombre quiero contar
Mi condición es la vida y mi camino cantar
Cantar, y contar la vida
Es mi manera de andar
Un día llegué a Tandíl
Y conocí a un anciano que a falta de inteligencia se le dió por ser muy sabio
Le pregunté por Jesús una noche al lindo viejo
Y esa misma noche lo conocí
Cuando me alcanzó un espejo
Yo bailo con mi canción y no con la que me toca
Yo no soy la libertad, pero si el que la provoca
Si ya conozco el camino, por qué voy a andar acostado
Si la libertad me gusta, pa’ qué voy a vivir de esclavo
Elegir
Yo siempre elijo más que por mí, por mi hermano
Y si he elegido ser águila es por amor al gusano
Prefiero seguir a pie y no en caballo prestado
Alguien por una manzana, pa’ siempre quedó endeudado
Siempre se llega primero el que va más descargado
El día que yo me muera no habrá que usar una balanza
Pues pa’ velar a un cantor con una milonga alcanza
Doy la cara al enemigo la espalda al buen comentario
Porque el que acepta un halago empieza a ser dominado
El hombre le hace caricias al caballo, pa’ montarlo
Perdón si me propasé y me puse moralejo
Nadie puede dar consejos
No hay hombre que sea tan viejo
Me pongo el Sol al hombro
Y el mundo es amarillo
Me gusta andar
Pero no sigo el camino pues lo seguro ya no tiene misterio
Me gusta ir con el verano muy lejos
Pero volver donde mi madre en invierno
Y ver los perros que nunca me olvidaron
Y los caballos, y los abrazos que me dan mis hermanos
Me gusta
Me gusta
2 comentarios
¡Grande, grandííísimo Facundo Cabral! Un poeta como la copa de un pino.
Este tipo de artistas fueron muy frecuentes en Sudamérica en una época reciente ya pasada.
Hola Fernando, muchas gracias por tu comentario.
Efectivamente, lo que comentas es una realidad. Parece que las injusticias y las situaciones tan difíciles que generaban, hicieron que las musas de grandes artistas les visitaran con frecuencia e intensidad.
Hace ya muchos años, tuve la fortuna de asistir a un concierto que dio Cabral en un teatro de Madrid, con su íntimo amigo y gran poeta, Alberto Cortez.
Facundo, brillante y rápido en sus reflexiones, estuvo “sembrao” toda la noche e hizo casi imposible que Cortez y los que allí estábamos, dejáramos de reír. Y de la carcajada, pasábamos a las casi lágrimas de emoción, por sus sentidas improvisaciones! Gracias por traer aquella noche a mi cabeza!