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Restaurante Leña. Las brasas x Dani García. Marbella.

Comprendemos perfectamente la decisión del triestrellado Dani García de cerrar su restaurante más laureado y dedicarse a negocios más saludables, rentables y apacibles.
Actualmente, cuenta en su grupo con los siguientes:

– Bibo, en Marbella, Madrid, Tarifa y Doha.
– Lobito de Mar, en Marbella y Madrid.
– Dani Brasserie, en el recientemente inaugurado hotel Four Seasons de Madrid.
– La Gran Familia Mediterránea, cocina para llevar en Madrid, Barcelona y Marbella, y
– Eventos Dani García desde el que, al menos así lo publicita, es capaz de llevar su cocina a cualquier lugar del mundo.

Hemos estado en Bibo Madrid y Marbella, Lobito Madrid y Marbella y, en el que hoy nos ocupa, Leña. De los dos primeros, resulta curioso que de las dos localizaciones marbellís saliéramos contentos de nuestra visita, mientras que de las de Madrid, no. Especialmente de Lobito, ubicado en la “calle del gourmet de pose”. Salvo excepciones, Jorge Juan se caracteriza por ofertas mediocres a tickets medios (que no precios: caros para lo que ofrecen) donde el ver y dejarse ver pasa muy por encima de la calidad gastronómica.
Pues bien, Lobito, tras una buena experiencia en Marbella donde nos llevaron nuestros amigos Isabela y Pepe, Madrid resultó un fiasco considerable.
En breve, y con el riesgo de “ganar amigos”, publicaremos un post dedicado a este tipo de restaurantes de esta y otras zonas similares, y la teoría de que ”en Madrid, vale todo (o casi)”.

Pero vayamos a Leña. Situado en la Plaza del Hotel Puente Romano, en buena vecindad con Bibo y Nobu, está concebido al más puro estilo de las Steak Houses americanas. La carne y la brasa son protagonistas inseparables de la carta, extensa y bien estructurada. No resulta complicado pedir, aunque se agradecería más información sobre los distintos cortes de carne. Actualmente, al utilizar  el móvil para leer la carta, la incorporación de imágenes es sencilla y en una oferta tan extensa como esta, ayudaría considerablemente.
Sobre todo, teniendo en cuenta que hay tantas variedades de animales y tantos cortes como países en los que hay carne y resulta complicado elegir. Hay mucha gente, además, a la que le condiciona el grosor de la pieza, porque no les gusta la carne sangrante… cuanta más información nos den, mas opciones de acertar tendremos! Y eso, teniendo en cuenta que en Leña, la formación del personal es excelente y nos explican correctamente de lo que podemos esperar de cada pieza.

Nos atendió Norberto, que curiosamente nos reconoció, después de muchos años, de su andadura profesional en Madrid por restaurantes como El Chaflán y Santcelloni, entre otros, lugares que frecuentábamos durante los años que vivimos allí. Con su ayuda, nos decidimos por unos Yakipinchos (espetos de carne) de meatballs de pollo (suerte de brochetas de albondigas) sabrosísimas y especiadas en su punto justo. Estos pinchos, son un plato perfecto para empezar porque permite probar distintas carnes en un formato divertido y con la cantidad justa.

Ana, tras serias dudas entre el pollo campero asado al carbón y la “hamburguesa que le dio sentido a todo”, proveniente de la carta del tres estrellas, se decidió por esta última, que en realidad son dos pequeñas hamburguesas con puesta en escena delante del comensal, ante el que se pica la carne en una pequeña trituradora y cuyo atractivo principal, además de la calidad de la carne es su salsa especial y el queso havarty. En palabras de Ana, que apoyo con la prueba que me dio, estaba excelente!
Yo, me equivoqué. No se debe ir a un restaurante donde el protagonismo está en las brasas y pedir algo frito… en concreto, un filete de ternera blanca empanado al más puro estilo escalope vienés. Estaba bueno, sabroso y con el rebozado muy conseguido, pero gustándome la carne roja, es imperdonable la elección que hice. Tendremos que volver…

Un buen número de salsas y guarniciones se pueden pedir aparte. Dignas las patatas fritas que se agradecen sean naturales.

La selección de vinos por copas, muy conseguida y bien asesorada por German, el sumiller. Me decidí por un viejo conocido de la bodega rondeña Los Aguilares. Ana se decantó por Ruinart Rosè, uno de sus champanes favoritos que nos trajo a la memoria un evento que hicimos hace muchos años en nuestra tienda de Bang & Olufsen en Oviedo: una cata de los cinco champanes que, en aquel momento, comercializaba Ruinart. Hay que reconocerle a Ruinart y al grupo al que pertenece, el todopoderoso LVMH, el encomiable esfuerzo comercial hecho desde entonces, que les ha llevado a estar presentes en la mayoría de los restaurantes de nivel de nuestra geografía.

En definitiva, un restaurante muy interesante, muy bonito y agradable, con un gran servicio y un muy buen nivel para los carnívoros. Merece la pena una visita.

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