Poder hablar de este restaurante como un “clásico” en una de las capitales gastronómicas mundiales, San Sebastián, es toda una declaración de intenciones.
Justamente reconocida como una de las mejores bodegas del mundo, es la joya de la corona. Un auténtico museo del vino labrado a lo largo de años y años de dedicación y pasión del patriarca de la familia Rekondo.
Más de 120.000 botellas con etiquetas, orígenes y añadas de todo tipo ofrecidas con conocimiento y maestría, además de a precios muy aquilatados, lo que permite acceder a excelentes opciones.
Txomin Rekondo, desde las laderas del Monte Igueldo, y respaldado ahora por sus hijas, tiene literalmente Donosti a sus pies.
Rekondo huele a verano donostiarra. Cenar en su terraza, con La Concha en el horizonte, al amparo de árboles centenarios y con vecinos de mesa como Juan Mari Arzak, habitual de la casa, no tiene precio.
Empezar con unas piparras recién fritas, un tomate de alguna huerta cercana sencillamente aliñado con un maravilloso aceite y lascas de sal o unas anchoas deliciosas y seguir con bonito con tomate, su ventresca sencillamente cocinada a la plancha o una extraordinaria carne roja de vaca vieja acompañado de alguno de los increíbles vinos de su bodega es una experiencia estival inigualable.
En muchos viajes de vuelta de las vacaciones de agosto, el trayecto Barcelona-Oviedo tiene parada obligada en San Sebastián. Y no es, os lo aseguro, un rodeo. Supone un atajo a la felicidad de una experiencia gastronómica!