La región alemana de Baviera, no se distingue por una variada oferta culinaria. Salchichas, asados de carne y ensalada de patatas conforman la base de su gastronomía. Y poco mas.
Es por ello, sobre todo en Munich, su capital, por lo que proliferan los restaurantes de cocinas internacionales. Y como en el resto del mundo, las orientales y la italiana se llevan la palma. Hoy, nos centraremos en un magnífico representante de esta última: Rocca Riviera.
No es, por cierto, la primera vez que nos encontramos con un muy buen italiano en Alemania. Guardamos un gratísimo recuerdo del restaurante Bocca di Bacco en Berlín. Y no solo por la comida! En nuestra primera visita, España eliminaba a Italia en la histórica Eurocopa del 2008, que finalmente ganó.
Habíamos viajado con nuestros amigos Mónica y Fernando a Munich y Nuremberg, para conocer de primera mano la forma tan especial de vivir la Navidad en el sur de Alemania y ver los famosos mercados navideños.
Fernando causó baja para la cena, por una leve indisposición estomacal. Así que, con la inmejorable escolta de mi esposa Ana y Mónica, nos subimos en el coche que nos esperaba en la fría noche muniquesa, a las puertas del hotel Kempinski, donde nos alojábamos.
Lo primero que nos llamó la atención en cuanto entramos, fue el volumen de la música sensiblemente más alto de lo habitual. Lo segundo, el excelente ambiente que pudimos observar desde la barra del bar en el que apenas esperamos unos minutos, hasta que nos condujeron a nuestra mesa. Tengo que confesar, lo envidiado que me sentí ante las miradas que nos siguieron hasta que nos sentamos…y durante la cena.
Empezamos con un Parmigiano Reggiano perfecto de curación, que compartimos junto a un sabrosísimo Vitello Tonato.
Como plato principal, las señoras optaron por una pasta fresca con langosta, en la que hubieran agradecido más picante; mi elección fue una carne de vaca charolesa vieja, perfecta de maduración y punto.
Terminamos compartiendo un tiramisú casero, que nada tenía que envidiar a los tomados en muchas ocasiones en Italia.
Los vinos, una apuesta segura: para acompañar la pasta un Gaja blanco del Piamonte, y con la carne, tuve la fortuna de que me sirvieran una copa de Le Volte dell’Ornellaia 2015, del que omito cualquier comentario, más allá de que estaba excelente.
No extendimos mucho la velada pese a lo agradable del momento, ya que nuestra amiga quería volver cuanto antes al hotel, donde Fernando no solo no se encontraba bien, si no que se había perdido la mejor cena del viaje. Una buena excusa para repetir…