Hay un momento mágico. Las velas desplegadas esperan… De pronto, se apaga el motor y se cuela en un instante de silencio como único sonido la melodía que interpreta el viento contra el velamen, acompañada de la que surge del casco del barco surcando las aguas del mediterráneo.
No hay monotonía. El aire en movimiento nunca rola de la misma forma, igual que cada ola que se enfrenta a la quilla, es distinta a cualquier otra.
Compartir esta experiencia cada año desde hace ya catorce veranos con unos amigos, solo la hace aun mas especial. Gracias Cris y Juan.
Quizás algunas imágenes puedan mostrar mejor algo que es complicado explicar con palabras…