Pese a que en los últimos años las diferencias se van estrechando, el concepto de hotel español y estadounidense es algo diferente. Y es más acusado, si hablamos de un hotel como el SLS, epicentro de la vida social del “todo Los Ángeles” y con uno de los restaurantes de moda, Baazar (del chef español de origen asturiano José Andrés) en su interior y situado nada menos que en pleno Beverly Hills.
Las siglas SLS significan Service, Luxury, Style (Servicio, Lujo, Estilo), lo que nos aproxima mucho a lo que nos vamos a encontrar.
El interior y las habitaciones están diseñadas por Philippe Starck, dato más que evidente del estilo de hotel. Moderno, con las exageraciones y estridencias propias del diseñador dentro de un orden y comodidad, mucha comodidad en las habitaciones, completan un conjunto muy atractivo.
Situado ademas, cerca de la famosa calle de tiendas de lujo Rodeo Drive y alrededores, es también un punto estratégico para una estancia perfecta en Los Ángeles.
El bar del hotel en invierno, el club de piscina en la azotea cuando el tiempo lo permite (en esta ciudad muchas veces) y el restaurante Bazaar todo el año, tienen el ambiente glamuroso propio de un hotel de estrellas de Hollywood. El ambiente es espectacular siempre y no es difícil ver alguna cara conocida.
Sus 297 habitaciones están enfocadas al confort pero hay que reconocer que, como en la mayoría de hoteles de este diseñador (Saint Martins Lane de Londres o Royalton en Nueva York) se puede ver un poco lastrado por las complicaciones técnicas y domóticas.
El interior es cálido y sorprendente, con grandes esculturas y dorados propios del palacio de Luis XV, que se entremezclan con metacrilatos policromados en ascensores y zonas comunes. La cuidada pero oscura iluminación, muy característica también de Starck, contrasta con espacios que llegan a deslumbrar.
En definitiva, pasamos unos días maravillosos en LA, alojados en un magnífico hotel que por su situación nos permitió dar largos paseos, visitar la televisiva Melrose Place, comer en locales de moda como The Ivy o Cecconi’s y comprobar que en una gran ciudad, también hay espacios para vivir tranquilo.
Se trata, en definitiva, de una magnífica elección para pasar unos días en la meca del cine.