Mayo se acerca y hay días que empiezan a oler a cambio. Las nubes, aunque aún amenacen tormenta, se sienten distintas, con ganas de ser refresco después de tantos meses de frio trabajo.
El sol, cuando sale, nos dice con su incipiente fuerza estival, que ya está aquí y empezamos a ver el verano allá lejos, aún en el horizonte, pero se intuye. A partir de determinada fecha, variable de año en año, que aparece cuando el deseo de estío deja de ser latente, es como si empezáramos a llevar el bañador puesto debajo de nuestra ropa diaria, para tener la sensación de que no queda nada y que con un empujón, los ansiados días, llegarán.
Este año, tenemos tantas ganas de normalidad, de ser rutinarios, de no dejar que nos atrape la melancolía, que ya nos vemos haciendo cosas y en sitios propios del verano.
Como en esos chiringuitos, que en un determinado momento, algún figura con ínfulas de prócer de la patria, trató de acabar con ellos porque le parecía al personaje, que algo tan propio del paisaje de nuestras playas debía desaparecer. A mi tampoco me gustan las aberraciones estéticas y urbanísticas que en determinados lugare se han permitido, y creo que se debería tratar de arreglar lo destrozado y legislar el futuro para que no vuelva a pasar. Pero los genuinos, los de siempre, los que son inherentes a nuestra cultura, dejémoslos tranquilos!
Tampoco vendría mal que en alguno se cuidara un poquito la calidad de la oferta. Pero como no queremos que paguen justos por pecadores, hablaremos de los que merecen la pena. Como El Cranc, en Altea, que nos ofrece comidas y cenas de calidad y sobremesas al arrullo de las olas.
Está en la playa de La Olla, a pocos minutos del paseo marítimo de Altea, y literalmente encima del mar.
Aun no hemos sido capaces de decidir si nos gusta mas ir a comer o a cenar. Tenemos claro, en cambio, la mesa de la esquina en primera línea, con acceso directo al murmullo de las olas mediterráneas. Dicen que cada 7 olas viene una mas fuerte, la madre de todas las anteriores, pero no soy capaz de salir de mi hipnosis y contarlas….
Y lo que es también una decisión sencilla, es qué comer: tomates magníficos en temporada (aunque no sean de Muchamiel, que no hay producción para tantos como se ofrecen), alguna fritura de pescaditos de bahía y un arroz señoret (lo reconozco: soy un “señorito” y me encanta todo pelado) al centro de la mesa, con un grano de grosor medio y un poquito de “socarrat” en los bordes. También, como no, frescura en todos los pescados con sencillas elaboraciones.
Recordando y modificando un poco la canción de Pink Floyd: How I wish we were there!