Con la llegada del verano y pese a haber pasado por momentos críticos, en los que a punto estuvieron de desaparecer (a nuestros representantes políticos, parece que les molestaban más estos locales playeros que las torres de hormigón que pueblan el litoral hispano) y que no llego a males mayores por presión popular, los chiringuitos vuelven a abrir sus puertas un año más. Pero, cuál es su historia?
Corría el año 1913 cuando el capitán Calafell, abrió en Sitges un local popular delante de la playa, que era frecuentado por pescadores, como respuesta al más elegante Pabellón Del Mar.
Allá por mediados de los 40, el periodista González Ruano escribía su artículo diario para La Vanguardia en este local, donde los indianos retornados de su aventura americana, pedían en vez de un café, “un chiringuito”. Los trabajadores de las plantaciones cubanas, elaboraban el café en un calcetín y el chorro de líquido que salía al estrujarlo, era conocido en ese país, como chiringo. De ahí, a pedir un chorro pequeño y ya tenemos el nacimiento de esta denominación, que Ruano nombraba por primera vez en un artículo de 1949.
Se hizo el vocablo tan popular, que no solo pasó a llamarse así al original de Sitges, que ostenta y hace gala con orgullo de ser el primero de España (First Chiringuito in Spain, reza un cartel) sino a todos los que optaban por un negocio similar.
Es cierto que en algunos, la calidad de lo que ofrecen no se corresponde con los precios, que del servicio a veces es mejor protegerse y que la compañía de sonrosados extranjeros no colabora al glamour, pero, cambiaríamos una caña fresquita con unas bravas picantes de las de verdad y unos boquerones en vinagre playeros por más lujo?
