“Sobre las rosas se puede filosofar,
tratándose de patatas hay que comer”
Johann Wolfgang von Goethe
La respuesta es que si…casi. En este caso la salvó algo más. Vamos con el relato.
Florencia. Verano. Temperatura nocturna excelente para cenar en una terraza. Le pedimos consejo a nuestra amiga florentina Alessandra y nos indica que han abierto en el hotel Hermitage un restaurante con bonita terraza en la azotea, con maravillosas vistas (cómo no!, estamos en Florencia…) y que rinde culto a la trufa que tanto nos gusta.
Y aunque la trufa de verano, no tiene ni la calidad, ni el sabor (ni el precio…) de la de invierno, Alessandra nos hizo una reserva en la Osteria delle Tre Panche, que así se llama el restaurante.
El Hermitage (no os dejéis llevar por el nombre e imaginar un edificio majestuoso, no…) está situado muy cerca del Ponte Vecchio, en un edificio y con una entrada que pasan desapercibidas. Resulta difícil discernir si es antiguo o viejo…
La recepción del hotel está en la última planta a la que se accede por un minúsculo pero
original ascensor, y desde la que hay que subir por unas escaleras para llegar a la azotea.
Como siempre que se entra en algún lugar elevado en esta ciudad, uno se queda momentáneamente sin respiración, y este caso no fue una excepción: la torre del Palacio de la Signoria a la izquierda, el Ponte Vecchio a la derecha, y al fondo, en una colina al otro lado del río, una bonita Villa iluminada con los colores de la bandera de Italia.
La terraza estaba llena, incluso abigarrada. Los italianos, junto con los franceses, son unos artistas en el aprovechamiento máximo de espacios en los restaurantes. Nos extraña que aún no hayan puesto en práctica la “mesa litera”…démosles tiempo (y no ideas!)!
Era esencia italiana pura. Llegaba un grupo de siete amigos del propietario; todos eran amigos del dueño menos nosotros, que nos hicimos más tarde … movían mesas para acoplarlas en huecos inverosímiles, las volvían a mover a la llegada de otros amigos del dueño…
Finalmente, en uno de los escasos momentos en los que todos estábamos sentados (imposible asegurar si cada uno en su mesa, ya que todos se conocían), nos tomaron nota.
De primero, una normalita Ensalada de garbanzos rosa para Ana y unos correctos Ravioli con trufa para mi. Como plato principal, Tagliolino al tartufo para Ana. En este caso, parece que la trufa natural se había terminado y recurrieron al aceite de trufa sintético y su insoportable aroma a gas. Malos.
Yo tuve mas suerte con mi Milanesa con rúcola. Muy bien empanada, buena calidad y sabor de la ternera, y de “contorni”, la gran sorpresa de la noche: unas celestiales y perfectamente fritas al momento, patatas chip, sin un gramo de aceite, doradas y crujientes (había opción con trufa, que afortunadamente descarté).
No exageramos al afirmar que, probablemente, hayan sido las mejores que hemos probado
nunca! Un buen Bolgheri colaboró activamente.
Del Tiramisú, nada especial que recordar.
El maravilloso emplazamiento y las patatas fritas, nos hicieron pasar una estupenda noche!. Lástima de huevo frito…
