Nunca le agradeceremos bastante a Luis García de la Navarra, premio nacional de gastronomía 2004, que ese mismo año nos preguntara si conocíamos la Taberna Laredo, nacida en 1993 como Mitulo y recién cambiada de nombre y localización. Desde entonces en nuestras frecuentes visitas a la ciudad que fue nuestra casa durante años, Laredo es visita obligada.
David en la cocina, Miguel en la sala y con los vinos, y Javier en la barra. Tres hermanos herederos de una tradición familia, que ofrecen en Madrid una de las propuestas mas honestas de la gastronomía de la capital.
En las dos plantas del local actual, se recogen todas las señas de identidad que les ha hecho grandes durante estos años: una gran barra en la planta baja con algunas mesas altas donde poder comer o tomar un aperitivo con conservas y embutidos de calidad, un comedor coqueto y confortable y una magnífica bodega vista, donde Miguel da rienda suelta a su pasión.
La oferta es amplia y variada. Entrantes suculentos entre los que nuestro gusto destaca uno de los mejores salmorejos que hemos probado, mejillones con salsa de mojo tan distintos como sabrosos; ensaladas deliciosas (debilidad por la templada con colas de cigala), mariscos, arroces y algún plato de cuchara. En la oferta de pescados manda el mercado y sobresalen por su respeto al producto en su elaboración; las carnes (se agradece que se llame vaca y no buey a lo que no lo es) además de carnes rojas, unas chuletillas de conejo deliciosas (Ana no las perdona nunca!), cochinillo confitado…
Y hablar de Laredo es hablar del culto al vino. Miguel arriesga y acierta. Dejarse recomendar por él es una garantía y siempre una sorpresa: uvas y denominaciones nacionales poco habituales y siempre caldos extranjeros por descubrir.
Finalmente, para que este engranaje sin fisuras funcione, el equipo. La mayoría llevan años juntos y eso se nota. Profesionales, cercanos y siempre con una sonrisa. Cada vez me gusta más no leer las cartas de los restaurantes y dejarme guiar. En Laredo, hacerlo, siempre es un acierto.