Paseando por Beverly Hills, una de las zonas más lujosas del mundo, y en una calle paralela a la archiconocida Rodeo Drive con sus hoteles y tiendas del más alto nivel, nos encontramos con un paraíso enológico y gastronómico en forma de bodega/tienda/gastrobar (término éste que me horroriza pero que dará una idea a los lectores de que estamos hablando de un local moderno en su concepción y en el que la decoración es una parte esencial). Esta es la más reciente de las dos ubicaciones que tiene Wally’s en Los Angeles desde 1968 y sin duda la más atractiva para visitar.
Más de 2.500 referencias de vinos estadounidenses e internacionales (una española se encarga de seleccionar y asesorar sobre la amplia variedad de vinos de nuestro país, lo que da idea del nivel de servicio y de la importancia de nuestras marcas en un negocio de vino en una de las zonas productoras mas importantes del mundo), todo tipo de licores, cervezas, más de 200 clases de quesos, embutidos, caviar… en definitiva un auténtico paraíso para los amantes de las exquisiteces.
Las paredes del local son botelleros que, perfectamente organizados por países y uvas, albergan parte de los tesoros. Los mas preciados se encuentran al final de la tienda en un recinto protegido por rejas (recordando a la espectacular bodega de la Enoteca Pinchiorri de Florencia), al que se llega atravesando distintas zonas con mesas altas para comer, la tienda de quesos y cientos de botellas a los lados.
Aunque en la planta alta hay un restaurante al uso, el verdadero encanto está abajo, con un ambiente desenfadado e informal, muy costa oeste, aunque esté en el epicentro del consumo de lujo.
No menos de 30 variedades de tintos, blancos y champagnes por copas, nos permitieron degustar distintas denominaciones californianas y una curiosidad de Oregón. Por poner algún “pero”, los americanos (y algunos otros) y su costumbre de llenar las copas (además en este caso, maravillosas) casi en sus tres cuartas partes, lo que nos obligó a pedir unas vacías e ir sirviéndonos de la repleta para degustarlos adecuadamente.
Los platos para acompañar a los vinos (esa es la realidad en Wally’s y no al revés), a la altura: deliciosos embutidos y quesos, sandwiches y ensaladas exquisitamente elaborados siguiendo la tendencia de platos pequeños y para compartir, impensable en Estados Unidos hasta hace bien poco tiempo.
Los precios, también a la altura pero… ¡esto es Hollywood!